Un pirámide de Cohiba, un ron Santa Teresa y Sonny Rollings. Al fondo el crepitar de las llamas nos recuerda que el invierno está a la altura de las circunstancias. Este magnífico habano presentado en tubo desde el mes de agosto es digno de los más altos mandatarios e invitados del gobierno cubano. No extraña que el mismísimo Fidel se quedase prendado de su suavidad, raza y aroma. El ron hace el resto, un finísimo 1796 añejado por el sitema de soleras. Toda una revolución de la mano de Sonny Rollings.
El cigarro se presenta en un carmelita oscuro, con un tiro excepcional como corresponde a su cepo de 52. Un poco apretado para mi gusto, se va dejando querer a lo largo de toda la fumada. La combinación con el añejo es juego de matices digno de la paleta musical del mítico saxofonista Sonny Rollings. A partir del primer tercio los aromas vegetales van dejando paso al peso de la tierra, los míticos cultivos de Vuelta Abajo se palpan en una capa exquisita, fina y homogénea como mandan los cigarros elaborados en el Laguito. En fin un mundo de sensacionnes que se va apagando a partir del segundo tercio. Poco a poco la música, el ron y el cigarro se apagan.
Pero la vida continúa en todo su esplendor.