Arcepolis, una ciudad donde se edificaba la mejor gastronomía… entre otras muchas cosas.

Hace ya varios años que para nosotros el Restaurante Arce se convirtió en Arcepolis. Un espacio (similar al jardín de Epicuro o al pórtico de los estoicos) en el barrio de Chueca donde la comida, la conversación, la amistad y el disfrute se combinaban en su justa medida, al igual que un buen cóctel.

Hoy el Restaurante Arce ya es historia pero su legado permanecerá eternamente en nuestros paladares y en nuestras entrañas. Un estilo de cocina sincero y directo, con una temporalidad del producto como señal de identidad. Y un tratamiento de la caza y la casquería un poco talibán, que en más de una ocasión nos costó algún sonrojo con algún cliente que no entendía que el cliente no siempre tiene la razón. Y sin olvidarnos de esos frutos mágicos del bosque que cada otoño y primavera se dejaban caer por el local, en carpaccio, solos o muy bien acompañados. Pero siempre buscando dar la mejor versión de si mismos.

Perrechicos un clásico de la gastronomía Vasca y de Arce.

Los Encuentros Connoisseur, La Gran Fumada, El Whispering del caviar… a lo largo de más de 20 años PuroHumo ha tenido su particular jardín en Arce. Nos hemos deleitado y hemos celebrado eventos que nos han ayudado a crecer como comensales y como personas, aprendiendo y compartiendo la magia de esa cocina tan particular de Iñaki Camba. Esa cocina que al son de apetito o hambre, nos abría infinitud de posibilidades y que hasta la prohibición nos permitía terminar con el famoso epílogo de: café, copa y purohumo.com

Nuestro primer Encuentro Connoisseur, con la dedicatoria de todos los asistente en la caja de habanos (en la foto nada más y nada menos que una de Sir Winston) como manda la tradición cubana.

¿Qué aromas hemos disfrutado en Arce?  Pues, a bote pronto, desde los Sir Winston de H.Upmann, al Montecristo A, pasando por los Cohiba Siglo VI y los 898 de Partagás, hasta que la coyuntura actual del tabaco cubano y de la autoridad competente nos lo ha permitido. Pero siempre acompañados del mejor maridaje. De  esa forma tan particular que tenían en Arce de servir y dejar servirse los destilados. “Prestando” la botella para que el comensal bajo su propio riesgo, como dicen los ingleses, siguiese bebiendo o no a su justo entender. No podíamos terminar sin hablar de uno de los clásicos, la botella jeroboam de Roger Groult, en que por su boca un jabalí nos ha ilustrado en innumerables tardes del “savoie faire” de un buen calvados.

No había sobremesa en Arce sin charla con el jabalí!

Toda esta forma de interpretar la cocina, la sala y el servicio no hubiese sido posible sin Iñaki y Maite. Porque al final somos las personas, para bien y para mal, las que marcamos las diferencias y en Arce había, por lo menos dos, excepcionales.

Una despedida como no podía ser de otra forma, rodeados de la gente a la que tanto han dado, hasta siempre Arce!