Basta con cerrar los ojos y dejarse llevar por el dulzón aroma del Morro de La Habana. Allí, bajo la brisa del atardecer y antes de escuchar el cañonazo de rigor, vamos destilando la ceremonia de encender un habano. Como entre nuestros dedos tenemos un señor figurado nos decantamos por la tradicional guillotina. Este cigarro de color maduro se presenta ligeramente flojo al tacto, pero a la primera inhalación, quedamos tranquilos aroma, sabor, tiro… lo tiene todo. Un cigarro fácil de fumar, con la raza de los habanos de antaño pero con la generosidad en el fumar de los habanos modernos.
Tabaco, cedro y cuero, al girar de nuestros dedos no para de repetirse esa cantinela tan tropical y tan habanera. Tabaco, cedro y cuero… la Muralla en su máximo esplendor.