Es tarde de reposo casero y sobre el mueble bar aparece una imagen inédita, en todo su esplendor la jarra de Noellas, el último capricho de la Casa del Habano.
Con la debilidad que me caracteriza hacia la marca H.Upmann (con esa fortaleza equilibrada, suave pero con carácter ), me aventuro a fumarme este cigarro de exclusivo cuño. Nombre de galera Cosacos (42×135). Ha pasado mucho tiempo desde que el calibre de los H.Upmann no se sometía a una cura de adelgazamiento como la de esta vitola. Siempre acostumbrado a sus inmortales Magnun y Sir Winston, parece que algo nos falta entre los dedos al toparnos con este calibre tan escueto.
Comenzamos con un análisis visual del cigarro, color carmelita clásico, un poco apretado para mi gusto (y para su calibre), y con alguna nervadura que no nos hace presagiar nada bueno. Efectivamente, el cigarro (espero que sea solo éste porque me quedan 24) está muy apretado y por mucho que inhale no me permite relajarme ni un minuto. La tranquilidad de descansar fumando se convierte en un cuerpo a cuerpo con el habano que además se me antoja facilón, picantoso y previsible. Dónde están aquellos aromas de Vuelta Abajo, ese café, la suavidad del cedro… ¡Una lástima!