Aventura en Sonora: Lusitania y Mezcal

El desierto de Sonora es un lugar apto para muy pocos, su temperatura y grado de humedad hacen de vivir allí una excepción. Al margen de los gigantes cactus Saguaros y las serpientes de cascabel sólo hombres templados como Raza y su guerrilla pueden soportarlo.

Había que ser muy loco para aceptar una misión como aquella, adentrase en el desierto, en un campamento infestado de guerrilleros revolucionarios, raptar a la mujer de Raza y volver con vida… y con ella. Una mujer símbolo de toda una revolución, una Pauline Léon a la mejicana,  atractiva, de labios prominentes y piel acaramelada que hacía honor a su apellido: Raza.

Realmente muy pocos estaban dispuestos a aceptar el reto, de hecho sólo lo aceptamos cuatro. Cuatro contra todo un ejército y a las puertas del infierno, bajo un sol abrasador difícil de aventar y cruel de soportar. El factor sorpresa era nuestra única posibilidad. El factor sorpresa y la astucia. Y ahí es donde entra en escena otro de nuestros protagonistas, el Mezcal Amarás

Nuestra idea era utilizar ese destilado como un “Caballo de Troya”. Entraríamos en su poblado con un cargamento digno de los mejores banquetes Vikingos y haríamos correr el mezcal cual Fernando Alonso en sus años mozos.

Una vez emborrachado todo el campamento y ocultos en la noche secuestraríamos a nuestra víctima y empezaríamos la huida.

Para poder salir de allí por piernas necesitábamos un primo que nos cubriese las espaldas, que retuviese a los perseguidores hasta que estuviésemos a salvo. Y aquel primo era yo. Haberme criado en una mina me había enseñado a mantener una relación íntima y respetuosa de amor odio con la dinamita.

El plan era sencillo habíamos depositado cartuchos por diferentes lugares, si había alguien que fuese encendiendo las mechas poco a poco a medida que nuestros perseguidores optaban por las diferentes rutas, siempre se encontrarían con una avalancha de rocas que les cortaría el paso. La clave era mantener una brasa encendida durante largo tiempo y siempre a mano. Las cerillas y mecheros no valían para nada siempre expuestas al viento del desierto. Necesitaba una cohiba en lenguaje Tahíno, esas ascuas vegetales que fumó Cristóbal Colón en su primer viaje para descubrir el continente en el que ahora nos encontrábamos.

Y para la ocasión seleccione hebras de tabaco de Vuelta Abajo, Cuba, concretamente un Lusitania de La Flor de Tabacos Partagás. Una vitola que gracias a su tamaño prominente (194×49) me permitiría prolongar una estancia más de 90 minutos entre explosión y explosión.

Un manojo de Prominentes 194mm. y cepo 49.

Nota de Cata cigarro:

Vitola de salida: Lusitania

Vitola de galera: Prominente (194×49)

Capa: Carmelita natural. Ceniza gris clara en estrías simétricas.

Sabor: dulzón, cedro y terroso. Fuerte y de tiro excelente, y difícil de apagar en manos de un fumador experto.

Un tabaco de señor, ideal para mantener una conversación con uno mismo durante 90 minutos de placer (También puede ofrecer otros usos como hemos leído en el relato).

 

Nota de Cata mezcal:

Amarás Espadín Joven. Un referente en la elaboración de los “nuevos mezcales”, guarda la filosofía de “la semilla a la copa”. Agave de 10 años auspiciado por el maestro mezcalero Enrique Jiménez.

En nariz se presenta con notas cítricas y ahumadas con toques de flores silvestres. En boca, su grado alcohólico está muy bien domesticado, y resulta muy suave. Con un toque a almendras y naranja y un final con sutiles notas de pimienta rosa. Todo un trago para una noche de fiesta.