El Lasioderma Serricone, popularmente conocido como el escarabajo del tabaco, ha causados estragos en mi humidor. Y especialmente en mi colección de Diademas de Hoyo de Monterrey. Sin duda este minúsculo escarabajo tiene buen gusto, tampoco le hace ascos a los Cohiba Siglo VI y a las pirámides de Montecristo. No es de extrañar que en la mismísima tumba de Tutankamon se encontraran parientes de su misma especie. Un sibarita de sangre azul vamos.
El Escarabajo del tabaco Lasioderma Serricorne es un coleóptero de la familia de los Anobiidae (anóbidos o anobíidos). A las especies de esta familia se les conoce frecuentemente como carcoma y por ser responsables de perforar la madera.
¿Cómo detectamos la presencia de este individuo?
Es sencillo, veremos los cigarros con agujeritos perfectamente definidos y un polvillo marrón grisáceo debajo de los mismos. En muchos casos también al propio escarabajo ya difunto. Pero, ¡ojo!, puede haber depositado sus larvas, hasta 100 en una sola puesta, por lo que es muy importante limpiar a conciencia el humidor, y si hay rastros de un buen banquete, como es en mi caso, congelar los puros sanos (-12/15º) para matar al bicho. En este verano semi tropical con altas temperaturas y la humedad propia de humidor han encontrado su habitat ideal para “renacer” y darse el gran festín. En este caso a mi costa.