Recuerdo mi primer encuentro con el Ron Zacapa, fue en el Segundo Salón del Chocolate de Madrid.
Amigo de los rones cubanos, aquel ron guatemalteco me pareció un poco empalagoso, aunque debo reconocer que me dejó un recuerdo imborrable en el paladar.

Con el tiempo fui indagando sobre aquel ron criado a 2.500 metros de altura donde el aire es tan fino que permite una maduración mucho más lenta. Sobre todo si la esencia que hay que madurar es un ron que se elabora con la miel virgen, la primera extracción de la caña de azúcar.
Además su crianza por el método de soleras similar a los vinos de jerez, en barricas que anteriormente habían contenido Bourbon, Jerez y Pedro Ximenez, redondean la mezcla que se integra en sí misma creando un ron único. Un pelín dulce para mi gusto pero extraordinario.
Su color caoba oscuro, su densidad, y sus finas notas a vainilla y chocolate, junto a la equilibrada presencia de la madera hacen que cada vez que saboreo un Ron Zacapa me acuerde de aquel Salón del Chocolate donde mi paladar lo descubrió por primera vez. Y si se puede tomar con un chocolate Valrhona Guanajá, mucho mejor.
